Catalogación:
Resulta fundamental para una óptima catalogación, y una posterior valoración, adquirir una obra-catálogo elegida según nuestros intereses, procediendo entonces a buscar nuestra pieza en sus páginas.
La función más importante de la catalogación es la de buscar y encontrar la mayor cantidad posible de información con respecto a nuestra pieza. Para ello debemos:
Buscar en el catálogo el país que aparece en la moneda, en el caso de que se trate de una pieza extranjera y en la cual nos sea comprensible a primera vista.
Encuadrar la moneda dentro de un reinado o momento político, según la efigie, la leyenda u otra característica.
Intentar descubrir la CECA que acuñó nuestra pieza, si es que en ese momento había varias casas de emisión troquelando la misma moneda, a través de las marcas o anagramas.
Remitirnos a las monedas de igual valor facial a la nuestra y, en su defecto, si no está claro, a las de igual metal y tamaño.
Cuando hayamos encontrado una pieza que por la foto es igual a la nuestra, aplicarle lo anterior y buscar la que por fecha, siglas, tipo, etcétera, corresponda exactamente a la nuestra
Valoración:
La condición de una moneda se resume normalmente en la concesión a ésta de un grado determinado. Saber realizar valoraciones razonables se convierte en una habilidad muy importante para los coleccionistas, debido a que el valor de las monedas varía considerablemente según el grado que tenga. La correcta estimación del valor de una moneda es una capacidad que sólo puede ser desarrollada buscando continuamente referencias en las guías de valoración, consultando a comerciantes y expertos numismáticos y, en definitiva, acumulando mucha práctica.
Existe una tipología estándar establecida con el fin de otorgar una serie de criterios objetivos para la valoración de monedas. Pero esto resulta simplemente una aproximación a la determinación del valor de mercado de nuestra moneda, ya que es muy difícil conceder un grado de conservación a la misma lo más objetivamente posible, al influir considerablemente las apreciaciones personales de cada numismático.
Factores que influyen en la valoración de una pieza
Hay 2 tipos de factores que influyen en la valoración de una pieza:
a) Factores extrínsecos: determinan a la moneda según la ley de la oferta y demanda. Los principales son:
Que la moneda tenga mercado: la demanda viene determinada en última instancia por los coleccionistas y los inversores, y más directamente por los comerciantes.
La rareza de la pieza: ésta vendrá dada por la tirada que hubo en su emisión, o por el número de piezas que han llegado a nuestros días en un estado de conservación razonable. Existen 5 grados de rareza: corriente (C), escasa (E), rara (R), muy rara (RR) y extremadamente rara (RRR).
b) Factores intrínsecos, que vienen determinados por la propia moneda:
El metal del que está fabricada La antigüedad de la pieza, siendo este factor influyente en los extrínsecos. El grado de conservación de la moneda.
Los distintos grados de conservación que nos podemos encontrar, ordenados de mejor a peor conservación, son los siguientes:
– Prueba: moneda hecha expresamente para coleccionistas o como recuerdo. Son piezas escogidas entre las de circulación normal o conmemorativas, a las que se les somete a un proceso de pulimentado que dejará el campo de la moneda brillante como un espejo. No están acuñadas para su uso, aunque tengan igual valor facial que las habitualmente utilizadas.
– Monedas sin circular: aquí se distinguen dos valores:
Flor de cuño: son las primeras monedas troqueladas por un cuño nuevo, antes de perder un poco la perfección o profundidad de los relieves.
Sin circular: de perfección absoluta, pero con los relieves algo más suaves que en las de flor de cuño.
– Extremadamente bien conservada: piezas que están casi flor de cuño, pero que tienen ciertos indicios de haber circulado o haber sido mal manipulada en la ceca, así mismo si tiene una fuerte pátina aunque conserve el brillo original.
– Muy bien conservada: esas piezas que, aunque se nota que han circulado, tienen los relieves muy bien conservados, aunque los detalles más sobresalientes del relieve están con un desgaste incipiente.
– Bien conservada: las piezas bastante desgastadas, sobre todo en la figura, aunque todavía conservan la leyenda y la fecha más o menos visibles. También aquellas con marcas fuertes de óxido o con una profunda pátina.
– Regular conservada: piezas totalmente desgastadas pero que todavía, con un poco de imaginación, dejan entrever algún detalle para su catalogación. Normalmente, para la colección no valen, salvo que sea una pieza RR. Aquí se incluyen las dobladas y partidas.
– Mal conservada: aquellas que por el desgaste o pátina son irreconocibles y sólo se adivina su valor o tipo por el tamaño, peso, metal, etc.
Se suele añadir un “+” o un “–“ a la valoración de la pieza, cuando ésta exceda de un grado sin llegar al siguiente o al inferior inmediatamente.
Con lo estudiado anteriormente ya podemos aproximarnos al valor de mercado de nuestra moneda, buscándolo en el catálogo entre las columnas de precios que nos dan según la conservación de la pieza y aplicándolo a la nuestra, que ya anteriormente habíamos catalogado y ahora valoramos. Este proceso se denomina expertización.
Verificación de autenticidad:
De entrada, nos hace falta una percepción o sensibilidad que habremos adquirido después de haber visto y tocado cientos de monedas con anterioridad. Por lo tanto, se recomienda que siempre que se tenga alguna duda, se acompañe del asesoramiento de un experto, quien nos sabrá aconsejar y de quien podremos aprender mucho. Después de esto, ya un estudio técnico más en profundidad nos hará determinar a qué grupo pertenece, si al de las monedas falsa o al de las falsificaciones. A continuación distinguimos entre ambos conceptos:
a) Moneda falsa: La moneda falsa es aquella que fue hecha con intención de defraudar al Estado y concebida para que circulase junto a las piezas auténticas. Hay un tipo entre las falsas, las llamadas falsas de época, que puede ser de metal igual o incluso de superior valor al de la original, alcanzando normalmente en el mercado valores superiores a esta última. Pero, como es lógico, los fraudes más comunes son los referidos a los de la falsificación con metales de inferior valor.
b) Moneda falsificada: son piezas realizadas con un evidente afán delictivo para ser utilizadas dentro del mundo numismático y del coleccionismo de monedas. Son introducidas en el mercado como monedas auténticas, y su perfección llega en ocasiones a extremos tan insospechados que rayan el descaro. En general, las falsificaciones no tienen ningún valor, salvo en el caso de que sean realizadas en metales nobles.
Existen en el mercado algunos catálogos especializados en el tema de la moneda falsa, así como obras generales donde hay apartados en los que aparecen piezas falsas detectadas. Pero, si no se tiene gran experiencia en el tema, la mejor ayuda es, sin duda, compararla con una cuya autenticidad esté fuera de toda duda. Detalles como el sonido del metal, la ley de la pieza y su peso, mínimas diferencias en el grosor del cospel, siglas o anagramas cambiados, diferencias casi imperceptibles en el grabado de los escudos, cabellos, formas de las letras, etc.
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