Son numerosas las ocasiones en las que hemos oído que, tras su muerte, grandes coleccionistas del mundo del arte, dejan su legado al Estado o a instituciones privadas. En estos casos son sus beneficiarios los encargados de valorar y catalogar dichas piezas. Pero, ¿qué sucede en el caso de las pequeñas herencias familiares? ¿Qué hacer? ¿A quién acudir?
En este segundo supuesto, es comprensible una desorientación inicial, no saber qué hacer con las piezas, ni siquiera estar seguros de que realmente sean obras artísticas. Es en este momento cuando hay que acudir a los profesionales del sector: los tasadores de arte. Son quienes mejor nos van a aconsejar sobre los pasos a seguir.
En primer lugar es recomendable realizar un inventario de las piezas, saber qué es lo que tenemos, ya que son numerosos los tipos de obras de arte que podemos encontrarnos, y que a veces, por desconocimiento, no son consideradas como tales: platería, cerámica, piezas de vidrio… En contraposición a lo que todos concebimos como obra de arte: pintura o escultura.
Una vez sepamos qué tipo de obras poseemos, el tasador o perito de arte nos dirá el valor de cada una de ellas. Es recomendable saber cuál es su estimación actual en el mercado, no sólo en el caso de que decidamos desprendernos de ellas y venderlas, sino también si decidimos conservarlas y otorgarles un valor sentimental además del monetario.
También resulta interesante saber el valor de las piezas recibidas, porque puede que entre ellas hallemos algún tesoro escondido, esa pieza perdida de algún gran pintor o escultor que pasará a engrosar las listas de la Historia del Arte.
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