El traje antiguo, como después el medieval, se caracteriza sobre todo por su volumetría geométrica, disociada de las formas orgánicas del cuerpo. Mantos y túnicas comprenden el cuerpo como un cilindro sobre el que enrollarse. Ni siquiera las prendas con extremidades (túnicas de manga larga, caftanes o pantalones) poseen sisa o corte de unión entre el torso y las extremidades. Solo el traje cretense parece diseñarse para redibujar la morfología anatómica, pero constituye una insólita excepción en el ámbito de la Edad Antigua.

Los materiales parecen haber condicionado también la forma de los trajes:

  • En Mesopotamia, Persia y Anatolia las ropas se muestran tersas, de acuerdo con la naturaleza física de los paños de lana. Estas zonas incorporan las prendas con extremidades (túnica de mangas, pantalones), es decir, vestidos que necesitan cierta labor de costura. Pudor extensivo aplicado a todo el cuerpo y para los dos sexos, racionalizado con el mito de Adán y Eva. Origen del velo femenino de cabello, normativizado.

150px-Ur_lyreArpa real de Ur, Mesopotamia

  • El lino, por el contrario, produce tejidos arrugadizos y suscita la decoración estructural por medio de drapeados (Egipto). Resulta paradójico que a partir del siglo V a.C. el drapeado prosiga su historia en países de producción textil eminentemente lanera. Nos referimos, claro, a la civilización clásica (Grecia-Roma).

PeplosPeplos griego

Finalmente, a partir del siglo IV de la Era Común, se llega a una fusión entre los estilos drapeado o suelto y ajustado y cosido. La Edad Media ofrecerá la síntesis del traje mediterráneo y el traje oriental. Del segundo tomará las prendas con extremidades: pantalones, túnicas de mangas largas; del primero, las capas y palios.

Antigüedad

Mesopotamia:

El traje del IV milenio a.C. perteneciente a los pobladores que habitaban entre los ríos Tigris y Éufrates consistía en pieles que se vestían luciendo el vellón hacia afuera, el cual era denominado konakés; las tipologías vestimentarias eran sencillas: la falda, la capa y el chal. Parece que en algún momento a lo largo del III milenio AEC, la piel fue sustituida por los tejidos de lana, y que de las tipologías enumeradas, fue la falda la que recibió el nombre del antiguo material, es decir, konakés. Quizá sea el chal la prenda que más asociamos con Mesopotamia, es decir, el manto enrollado diagonalmente y elaborado con lanas de colores y flecos que lucen los crueles emperadores asirios en los relieves de sus palacios de Nínive y Jorsabad. 

Buitres-fotoBEstela de Ningirsu, Mesopotamia

Egipto, Grecia y Roma:

El traje egipcio constituye el prototipo del traje mediterráneo antiguo: combinación de mantos, faldas y túnicas pendientes o anudadas en torno al cuerpo; prendas de vestir carentes de labor de costura.

Los egipcios cultivaban el lino, material idóneo por su frescura para una región tan cálida, y aceptaron su naturaleza arrugadiza; en efecto, el atractivo de sus ropas reside en el plisado abundante y la composición envolvente.

La prenda fundamental y común para ambos sexos era la falda o pampanilla anudada a la cadera (shenti), todavía esencial entre los pueblos del sudeste asiático, donde recibe nombres tan diversos como dhoti (La India), sarong (Malasia) o sampot (Camboya). Las mujeres egipcias disponían también de una suerte de falda con tirantes, de corte muy cercano al de nuestros delantales pero con anchos tirantes que permitían contener los senos.

La exhibición de riqueza exigía un vestuario apenas más complejo. Entonces el shenti se confeccionaba con lino más fino y plisado, incluso traslúcido, y podía combinarse con una muy amplia prenda de vestir, de corte aún desconocido, que se vestía anudada a la cadera por medio de un echarpe. Algunos libros denominan a esta prenda “vestido de dignidad” porque suele aparecer en las representaciones de la familia real.

Observadores de la higiene, los egipcios se rapaban la cabeza, y para protegerla del sol empleaban cofias; la más característica es el klaft, la cofia típica de los faraones representada a tamaño colosal en la Esfinge de Giza. Para ocasiones de relieve social se tocaban con grandes pelucas, casi siempre más largas para las mujeres que para los hombres, y con frecuencia coronadas por incensarios que perfumaban el ambiente.

Perfumes, afeites y maquillaje eran producidos y exportados en abundancia desde Egipto hacia Mesopotamia. El kool y la henna constituían la base de los colorantes cosméticos; hombres y mujeres orlaban la almendra ocular con un trazo oscuro.

Diapositiva10Hathor y Seti I

En Grecio, la túnica de los humildes se denomina exomis o exómide porque deja al descubierto un hombro; se trata de un simple rectángulo de tejido anudado sobre el hombro izquierdo de modo que el brazo derecho disponga de toda la movilidad que precisa el trabajo (salvo en el caso de los zurdos) y con el vuelo recogido por medio de un cinturón.

Mayor categoría revelan las túnicas llamadas peplo y jitón (“chitón” y “kitón” en otros libros). La primera se confeccionaba con tejido de lana y se relaciona con las mujeres: túnica talar, consistía igualmente en un rectángulo de tejido doblado por la mitad y sujeto a los hombros con fíbulas y al talle con cinturón. Una estudiada colocación sobre el cuerpo producía hermosos efectos ablusados. Por su parte, el jitón se relaciona con la túnica de lino, más ligera y adecuada para los meses de calor, procedente de las tierras de la Jonia, antigua Anatolia y hoy Turquía. No podemos hablar con certeza de túnicas masculinas o femeninas, salvo en el largo: talares para ellas, hasta la rodilla para ellos.

Sobre la túnica el único tipo manto de que disponían los ciudadanos era el himation, manto diagonal de la familia del chal mesopotámico. La dignidad militar se distinguía con la clámide, la capa del caballero.

Los griegos rara vez se tocaban salvo para evitar el sol (pétaso, sombrero con ala) y solo se calzaban dentro de casa. Algunas figurillas de procedentes de la ciudad de Tanagra muestran un sombrero cónico denominado tholia

Con todo lo más sorprendente del traje griego antiguo no es el vestido, sino que el desnudo, en particular el masculino, pues alcanzó entre ellos la consideración de “traje nacional”. No debemos imaginar a los griegos comúnmente desnudos porque en las representaciones artísticas se hayan inmortalizado de tal manera. No obstante, auspiciado por la alta consideración de que gozaba la belleza masculina, el desnudo integral se practicaba en el deporte y las termas, y significaba para los ciudadanos griegos, además, un logro de su  civilización que oponían al pudor de sus vecinos y enemigos, los persas. 

2846cb9893fb2f42ac8490faeeb5df59Chitón

Los romanos, poseedores de un vasto imperio bien comunicado, legan para la Historia una cultura de síntesis que combina rasgos mediterráneos, nórdicos y orientales. No obstante, como el arte helenístico era el que gozaba de mayor prestigio entre nuestros antepasados latinos, también el vestir romano se relaciona más con el griego que con el de sus vecinos bárbaros.

El guardarropa de los romanos pudientes ha crecido considerablemente comparado con el griego. La ropa interior, aunque muy simple, meras fajas de tejido que sujetan el pecho o protegen el sexo, dio lugar a un número sorprendente de términos: mamillare y fascia pectoralis (literalmente, faja de pecho), licinium (calzoncillo), interula y subligaculum (túnicas interiores, predecesoras de las camisas). Las túnicas son igualmente diversas, aunque siempre más cortas para el hombre que para la mujer. Ésta, cuando se trata de una verdadera dama, se caracteriza por los tirantes que rodean el cuello (stola con institae). Los mantos romanos son todos parientes de los griegos: el himation se denomina palio (palla para las mujeres) y la clámide, paludamento o sagum.   

Con todo, el manto más famoso de los romanos, y quizás de todos los tiempos, era la toga, símbolo de la ciudadanía masculina. Inmenso y pesado chal, siempre de lana y blanco, daba trabajo al gremio más próspero de las ciudades romanas: el gremio de los lavanderos de togas, que las blanqueaban con orines y otros productos repelentes.  La toga era forzosa vestirla con la ayuda de una mujer o un esclavo y las estatuas de los emperadores servían de modelo para ajustarla con propiedad. No obstante, a partir del siglo III EC comienza su declive a favor de una toga menos pesada y ajustada al torso con un procedimiento aún desconocido (toga contabulata), y más aún del palio griego, de lejos mucho más ligero y manejable.

Diapositiva29Tiberio con toga

En los siglos finales del Imperio el traje romano revela un estilo sincrético, mezcla de caracteres mediterráneos y bárbaros. Paulatinamente se han ido adoptando numerosas prendas extraídas de las provincias: los pantalones (femoralia, feminalia, tibialia, braccae), la túnica de mangas largas (dalmática), el manto tipo poncho pero abierto por los flancos y con capucha (paenula) y el manto tipo poncho cerrado (casula, luego la casulla esclesiástica).

No se asumió el cabello largo de los bárbaros del norte, pero la barba y el bigote regresaron después del siglo II d.C. Durante la República las mujeres romanas se peinaban afectando modestia con un moño en la parte posterior del cogote. En la época imperial, sin embargo, los arreglos peluqueros alcanzaron una complejidad inusitada y el peinado se convirtió en el elemento del traje latino más sometido a la volubilidad de la moda.

A pesar de que no es habitual encontrarnos este tipo de piezas en las subastas, hemos querido reseñar en este post, el origen del traje occidental, cuya configuración influyó enormemente en el moderno concepto del mismo.

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