La orfebrería es el trabajo artístico realizado sobre utensilios o adornos de metales preciosos, o aleaciones de ellos. Procede del latín auri (‘oro’) y faber (‘fabricador’). Los metales que constituyen los objetos de orfebrería propiamente dichos son eminentemente la plata y el oro o una mezcla de ambos, el electro.
Con el oro y la plata se fabricaban ya desde la prehistoria, utensilios muy variados como vasijas, piezas de adorno, joyas, monedas y estatuas siguiendo el estilo, la ornamentación y el gusto propios de la época y de la nación que los elaboraba, como puede observarse recorriendo las principales civilizaciones.
Las técnicas empleadas en el trabajo del oro fueron muy sencillas al inicio. El martillado en frío proporcionaba láminas e hilos que podían adoptar formas diferentes. Posteriormente, pero aún en una época temprana, se utilizaron el calentado y la fusión. Los avances técnicos supusieron una diversificación de las formas.
Los primeros hallazgos de orfebrería son sencillas piezas de cobre que datan del final del periodo neolítico seguidas muy pronto de las de oro, plata y bronce, al abrirse la edad que recibe el nombre de este último metal. Los objetos que se labraron con dichos materiales consistían en diademas lisas a modo de cinta, gruesos brazaletes y collares rígidos (o torques) de una pieza, terminada por bolas piriformes, otros collares formados por sartas de bolitas perforadas y anillos y pendientes de forma circular sencilla. La ornamentación de tales piezas, cuando existe, es puramente geométrica y se limita a surquillos rectos y en zig-zag, dientes, circulillos, puntos hechos a martillo, etc. Como cosa excepcional, se existe del antiguo Egipto algún cuchillo de sílex con guarnición y vaina de oro, ornamentadas con florones y figuras de animales.
Torque celta.
Se labraron también de cobre y de bronce agujas, cuchillos y armas diferentes en forma de flechas, espadas y hachas con alguna ornamentación geométrica en el puño y con un temple y corte bastante fino en la hoja.
Oriente Próximo
Por las referencias de los primitivos historiadores, por los relatos de las inscripciones cuneiformes y por las escenas que los relieves antiguos de Asiria y Persia representan, sabemos que las obras de orfebrería fueron muy abundantes y suntuosas en dichos imperios aunque no haya llegado hasta nosotros sino sencillos y escasos ejemplares de preciosos objetos abundando algo más los de bronce. Consta que usaban los reyes asirios y persas vajillas de oro y plata, dijes y adornos de inestimable precio, carruajes y aparejos de montura cuajados de oro y plata, sillas o tornos, mesas y lechos de preciosos metales o de bronce dorado, etc.
Puertas de Balawat, Imperio asirio.
Egipto
La orfebrería egipcia, datada desde la época predinástica, empleó con profusión el oro en utensilios valiosos. También para recubrir o chapar otros de bronce, piedra o madera. Consta que las minas de cobre de la península del Sinaí se explotaron desde épocas de las primeras dinastías.
Las vasijas de uso cotidiano en templos, palacios y casas de los nobles, eran normalmente de oro con relieves y grabados de figuras dispuestas alrededor de las mismas. En oro, bronce dorado y marfil (raramente en plata, muy escaso en Egipto) se labraron muchísimas estatuillas en honor a las divinidades y altos personajes. Asimismo fueron adornados de pedrería los tronos, muebles, brazaletes, collares,anillos, etc. Se revestían con planchas de oro o de electrum las puertas de los templos, los relieves de piedra y aun los zócalos y obeliscos más estimados. Se empleaba el bronce, como material ordinario en utensilios domésticos y en estatuas adornándolas a veces con incrustaciones de oro y plata.
Entre los objetos preciosos de orfebrería egipcia que han llegado hasta nuestros días, y que guardan los museos destaca la colección de joyas de la reina Aah-Hotep, que figura en el museo de El Cairo y que se hallaron en el sepulcro de la reina (del siglo XVI al XVII a. C.) entre los cuales hay preciosas diademas, collares, anillos, un pectoral, una barquita de oro y otra de plata, con figurillas de tripulantes hechas de los referidos metales.
Collar de Ahhotep (1550 a.C.)
El museo del Louvre atesora, entre otras preciosidades de oro, la tríada de Osiris, Isis yHorus y unas copas con figuras grabadas. Del estudio de tales labores se infiere que los egipcios usaban los procedimientos decorativos del repujado, cincelado e incluso del granulado, que suele atribuirse a los griegos.
Triada de dioses egipcios, Dinastía XXII
Fenicios
La orfebrería fenicia, siempre de excelente técnica, dada la demanda que en todo el Mediterráneo se hicieron de sus joyas, arranca de las tradiciones artísticas del área sirio-palestina, como muy bien ha señalado G. Pisano. De la egipcia (objetos -preciosos de las tumbas de Abi-Shemu y de Ip Abi-Shemu, de Biblos) y, en menor medida, de la micénica.
La joyería, que conoció un amplísimo repertorio formal (pendientes, collares, anillos, brazaletes, amuletos, etc.) cada vez fue más imitada, no faltando en Occidente verdaderas obras maestras. Junto a los metales nobles, las piedras preciosas y semipreciosas, así como los esmaltes, contribuyeron a realzar la fastuosa belleza de las piezas que los orífices fenicios superior crear, como puede verse, por ejemplo, en las de Sidón (hoy en el Museo de Beirut) o en las extraordinariamente hermosas de las tumbas reales de Chipre, piezas a las que a su valoración decorativa debe añadirse también, como ha remarcado últimamente A. Caubet, su profundo sentido simbólico y mágico.
Piezas pertenecientes a las tumbas reales de Chipre.
Los fenicios, más industriales y comerciantes que artistas, cultivaron la orfebrería, joyería imitando en su estilo a los demás pueblos de Oriente, con quienes se relacionaban y combinando los dibujos de unos y otros. Sus obras más celebradas son las joyas (collares, pendientes, copas) del tesoro hallado en Praeneste (Italia) y las del tesoro de Curium (Chipre) que deben datar del siglo X a. C. Entre las primeras sobresale una gran copa de plata dorada con relieves de figuras egipcias en zonas o círculos concéntricos, semejante a otra de Dali (Chipre). Asimismo, existe una pátera de plata con relieves asirio-egipcios dispuestos en zonas también, hallada en Curium y otra parecida, descubierta en Amatonte (de la misma isla) aparte de variados dijes de oro, plata y bronce. Para identificar cada obra como propia, cada orfebre utilizaba símbolos propios en forma de sello, grabados en contrarrelieve en la pieza, lo que le daba autenticidad a la joya. Se utilizaban también para aumentar su valor, ya que las piezas de mayor calidad eran siempre reconocidas por su marca identificatoria.
Copa de Dali, Chipre.
En cuanto a las alhajas de arte fenicio descubiertas en la Península Ibérica, hay que adjudicarlas en casi su totalidad a los cartagineses y en ellas se descubren influencias egipcias, asirias y griegas. Sobresalen por su riqueza e importancia las diademas y pendientes de oro del Tesoro de Aliseda (Cáceres) y por su número y variedad las joyas gaditanas y ebusitanas (de Cádiz e Ibiza) halladas en sus necrópolis cartaginesas. Las de estas dos últimas localidades consisten principalmente en collares, pendientes, anillos con gemas labradas o entalladas y amuletos variados, notándose en algunos anillos que el oro solo recubre lo exterior de la pieza, siendo el alma de cobre, a semejanza de otros de Asiria que guarda el Museo Británico.
Tesoro de la Aliseda.
Prehelénico
La civilización micénica se distinguió entre las prehelénicas por sus labores industriales, sobre todo, en orfebrería, a juzgar por los descubrimientos realizados en la antigua Troya y ciudades de su época. Los objetos más interesantes son las copas de oro y plata con labores repujadas, y las joyas de indumentaria halladas en Troya y en Micenas. Estas joyas consisten sobre todo, en collares y diademas de oro repujado de las cuales pende una serie de medallones o plaquitas por medio de cadenillas también de oro. Con ellas, forman juego varias otras alhajas de oro como anillos, fíbulas, grandes alfileres, brazaletes en forma de espiral, placas con figuras de animalillos y dibujos en espiral, máscaras mortuorias para cubrir el rostro de los difuntos, puñales de bronce con hermosas incrustaciones de oro y plata, cuyos dibujos representan escenas de cacería. Varias de dichas piezas acusan en sus figuras una visible influencia caldea o asiria, quizás importada por los fenicios.
Máscara de Agamenon
En Vafio, ciudad del Sur de Grecia, se descubrieron dos tazas de oro con figuras repujadas y de un estilo semejante a las anteriormente mencionadas, que por lo mismo, se suponen de igual época y origen.
Clásico
La orfebrería alcanzó en Grecia un nivel equiparable al de las Bellas Artes. A los procedimientos fabriles del repujado, cincelado y filigranado ya conocidos en las civilizaciones precedentes, se añadió por los artistas griegos el granulado, sembrando de perlitas de oro la superficie de la pieza por un procedimiento desconocido. Mucho antes que los griegos, ya lo practicaban los egipcios, pues se han encontrado ejemplos en joyas de la dinastía XII (unos veinte siglos a.C.)
En sepulcros de Grecia se han encontrado plaquitas de oro o de plata con figuras repujadas que debieron ser ornamentos de vestido. Se agregan a dichas obras de orfebrería griega los numerosos bronces de igual estilo (desde el siglo VIII a. C.) coleccionadas por los museos principales ya sean estatuas, amuletos, placas de adorno con figuras repujadas, ya espejos bruñidos y con grabados en el reverso, ya fíbulas, etc.
Por otra parte, no constan objetos de orfebrería propiamente romanos hasta ya entrada la época del Imperio, pues a pesar de la riqueza artística de los potentados de Roma desde las postrimerías de la República, su arte procedía entonces de Grecia. Aun romanizado este arte, conservó en los dos o tres primeros siglos del Imperio la tradición griega que le dio la vida y de aquí el habernos legado la civilización romana numerosos objetos de bronce, y aun muchos de plata y de oro tales como jarrones, discos o ápteras, copas, anillos, fíbulas, brazaletes y variados dijes. Con todo, se advierte en ellos, la mano romana desde la época de Augusto, y especialmente se distinguen los objetos romanos de plata y oro por tener grabadas con punzón algunas señales indicadoras del peso o cantidad del metal precioso que llevan.
En la colección que Charles de Luynes legó a la Biblioteca Nacional de París se encuentra la famosa Pátera de Rennes hallada en la población de este nombre que es un plato de oro macizo de 25 centímetros de diámetro con numerosas figuras cinceladas representando en su fondo el amigable triunfo de Baco sobre Hércules (o del vino sobre la fuerza). Además, dos jarrones de plata repujada del tipo de los oenochoes griegos hallados en Bernay (Francia) con otros vasos y estatuas de igual materia. Los jarrones miden treinta centímetros de altura y representan en relieve asuntos de la guerra de Troya. Con ellos, figura también el mayor disco o pátera romana conocido con el falso nombre de Escudo de Escipión que data del siglo III de nuestra era. Mide setenta centímetros de diámetro y es de plata con figuras repujadas que representan escenas como las nombradas anteriormente.
Edad Media
Paleocristiano
Pobre debió ser esta orfebrería en la época de las Catacumbas dada la situación precaria de los fieles. No obstante, se conservan de aquellos siglos y de los inmediatamente siguientes a la paz de Constantino multitud de anillos con piedras finas que llevan grabados símbolos cristianos, varias medallas devotas y los vasos de vidrio dorado que debieron servir para el altar y para la celebración de los ágapes. Estos vasos y otros vidrios semejantes en forma de disco se componen de dos láminas entre las cuales se extiende otra delgadísima de oro que lleva pintadas o grabadas figuras cristianas e inscripciones y de aquí les viene el nombre de aureográficos.
Entre las medallas es célebre el conocido medallón de bronce con el relieve de las cabezas de San Pedro y San Pablo, que se halló en las Catacumbas de Domitila y se atribuye al siglo II. Se guarda con otros de los antedichos objetos en la Biblioteca Vaticana.
Pero el vidrio aureográfico más notable por la perfección del dibujo, se encuentra en el centro de la llamada Cruz de Santa Elena que es una preciosa cruz de plata dorada y cuajada de pedrería con 212 camafeos. Representa el dibujo del vidrio los bustos de la emperatriz Gala Placidia y sus dos hijos y se atribuye a los primeros años del siglo V. También se han hallado de la época algunas lucernas de bronce de tipo romano y con símbolos cristianos.
Germánico
Se trabajaba sobre todo con oro, pero también con plata y otros metales a los que le daban forma y realizaban obras de arte. Estas las usaban para: decorar la cubierta de los libros, los relicarios y los frontales del altar; adornaban los relieves con piedras preciosas, esmaltes y marfil además de distintos tipos de esmeraldas.
Bizantino
Puede afirmarse que desde el apogeo del arte bizantino en tiempo de Justiniano I (527-565) hasta el siglo XI, toda la orfebrería cristiana de Occidente fue bizantina propia o de imitación y que incluso durante los siglos de arte románico (del XI al XIII) tuvo el bizantinismo decidida influencia en las obras artísticas de metal que en tal época se realizaron como lo demuestran las que todavía existen y que se guardan en algunos museos y en los llamados tesoros de algunas iglesias. Las más renombradas piezas entre las que se labraron anteriormente a la época del arte románico (siglos VI al X) y que suelen ser de oro (por lo menos la chapa exterior) con filigranas y con engastes de piedras finas (especialmente, granates planos y otras gemas en forma de cabujones), pueden clasificarse del modo siguiente:
- Arte de los francos merovingios (siglos VI y VII)
Trono de Dagoberto
- Arte carolingio (siglos VIII al X)
Corona imperial de Carlomagno
Espada de Carlomagno
Relicario de Santa Foy en Conques
- Arte visigodo (siglo VII)
- Arte español de tradición visigoda (siglos VIII al X)
Románico
La orfebrería cristiana de los siglos XI, XII y parte del XIII correspondiente a la época románica, se caracteriza por la preferencia que da al bronce dorado y esmaltado cuando se trata de obras en gran tamaño, por la reducción o menos abundante uso de la pedrería, sustituyéndola parcialmente por el esmalte, por el frecuente uso de la cinceladura e imaginería de relieve en casi todas las obras y por la riqueza o profusión de labores con que trata de embellecerlas.
Se conservan de dicha época ricas tapas de libros litúrgicos, varios cálices, crucifijos y algunas otras imágenes, lampadarios y coronas luminosas, frontales de altar y, sobre todo, cofrecillos y arquetas-relicarios que suelen tener la forma de una casita con cubierta o techumbre a dos vertientes y con arcaturas en los frentes, en cuyos nichos se destacan relieves de imágenes. Su material ordinario es la madera chapeada de bronce o plata, dorados y adornados como se ha dicho. Destacan:
- De arte alemán, con su famosa escuela del Rhin, las grandes urnas o arquetas de reliquias y los frontales, especialmente, el Arca de los Santos Reyes, de plata dorada, oro, esmaltes, pedrería, que mide 1,80 m. por 0,90. Además, las puertas de bronce y las soberbias coronas luminosas, sobre todo, la de Hildesheim (hasta de 6,5 metros de diámetro) también de bronce con imágenes y torrecillas que representan la ciudad santa de la Gloria.
Relicario de los Reyes Magos, Colonia
- De arte francés, el cáliz llamado de San Remigio en Reims cubierto de oro y adornado con perlas, piedras, esmaltes y filigranas y con él gran multitud de arquetas-relicarios de Limoges, báculos y cruces de la misma procedencia en todo el Limosín y en muchas otras localidades (como la arqueta de la catedral de Huesca, el báculo de Mondoñedo y el de Estella, en España).
Arqueta de Silos realizada en esmalte de Limoges
- De arte español, que a menudo admite influencias del árabe:
- Arqueta de San Isidoro, de madera forrada con chapas de plata repujada y cincelada. Siglo XI.
- El cáliz ministerial de plata de Santo Domingo de Silos (en su abadía, siglo XI), cubierto de filigranas.
- El cáliz de Doña Urraca, en San Isidoro de León, hecho de ágata y ornamentado con oro y pedrería.
- Arqueta de San Millán de la Cogolla (del año 1033).
- Arca santa de Oviedo de la catedral de Oviedo (en la cámara Santa) que en su revestimiento de plata repujada, con figuras de escenas evangélicas se atribuye al siglo XI aunque se le tiene en su origen como de procedencia extranjera, acaso bizantina del siglo IX o del VI, según otros.
Con respecto a su mercado actual, contamos con algunos ejemplos interesantes, como es el caso de la orfebrería/joyería egipcia, siempre muy valorada por los coleccionistas.
1. Espejo de bronce egipcio. Dinastía XVIII, 1550-1425 a.C. Vendido en Christie´s Nueva York, 11/12/2014. Estimado entre 30.000$-50.000$, y vendido en 137.000$
2. Anillo egipcio, bronce y esteatita. Reinado de Tutmosis IV, 1397-1388 a.C. Vendido en Christie´s Londres el 25 de octubre de 2012. Estimado entre 1.000-1.500 libras, vendido por 3.750 libras.
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