El Hacedor de Marionetas Foto: Pedro A. Martin

Con el la reciente finalización de la más importante feria de arte emergente da España, nos parece importante destacar un seguimiento del arte contemporáneo que, aún de manera tímida, va conquistando mayor visibilidad en el escenario de las artes visuales: el arte sonoro.

Este mes en Madrid es posible advertir un poco más de este universo en JUSTMAD6 . El stand de EX,  asociación de arte electrónico y experimental, presentó los trabajos  de los artistas ganadores y finalistas de la  Primera Convocatoria de Arte Experimental y Primer Premio Outsiders Arts Foundation de incentivo a la producción de arte electrónico experimental.

En el Museo Reina Sofia y en el Centro Cultural Conde Duque también es posible visitar exposiciones de arte sonoro. En el Palacio de Cristal, la obra El Hacedor de Marionetas  de Janet Cardiff y Georges Burer Miller es una instalación multisensorial que combina elementos sonoros, enscénicos, narrativos y visuales. El I Festival Viajes y sus culturas: Las ciudades visibles, celebrado en el espacio cultural Conde Duque trae la instalación sonora de Carlos de Hita Más allá del ruido, propone un recorrido por los paisajes sonoros de Madrid.

La exposición sobre los Encuentros de Pamplona, en 1972,  debido a la participación de artistas como John Cage, Steve Reich o también del grupo ZAJ, puede entenderse como la primera reunión a nivel nacional de artistas que trabajaron con el sonido como materia artística. Ahora bien, no es tan sencillo como parece. No en vano, la tradición del arte sonoro retrocede hasta las vanguardias históricas; en concreto, hasta el futurismo y el dadaísmo, es decir, hasta los poemas y las acciones de Hugo Ball o Tristan Tzara, y más aún hasta los trabajos de Russolo dentro de las prácticas futuristas.

Sea como fuere, a día de hoy tampoco esta genealogía nos parece del todo operativa, ya que está construida desde la institución del arte, o sea, desde la Historia del Arte, que debido a la popularidad alcanzada por el arte sonoro en estos últimos años, ha tenido que abordar su estudio. En todo caso, actualmente muchas prácticas artísticas concebidas y materializadas desde el fenómeno sonoro, escapan a la lógica de la institución, reclamando espacios y protocolos distintos, desarrollándose de espaldas al museo, en otras plataformas como festivales y encuentros,o incluso en eventos musicales programados al margen del arte, como pueden ser los festivales de música electrónica, donde se mezclan artistas sonoros con dj’s y con músicos.

Cartel de los Encuentros de Pamplona, 1972. Biblioteca y Centro de Documentación, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid

Vivimos, posiblemente, un momento crucial para las artes sonoras. Instituciones y centros de arte empiezan a mirar hacia ellas, buscando incluirlas en su programación. Ahora bien, el participar del programa de las instituciones, como ya hemos señalado aquí, conlleva limpiar determinadas propuestas y actitudes de su componente anti-institucionales, es decir, obliga a la práctica artística a llegar a un acuerdo con las maneras de hacer de la institución. Un acuerdo que emplaza al arte sonoro en la agenda de la institución, pero que de algún modo transforma su esencia y cancela su autonomía. Con todo, tal vez el arte sonoro no necesite a la institución, al igual que el cine que últimamente podemos encontrar en los museos, las prácticas artísticas articuladas desde la investigación sobre lo sonoro tal vez necesiten de otros espacios que no sean los museos.

En cualquier caso, las necesidades prácticas acaban siempre por imponerse. Y aunque el diálogo no se desarrolle de igual a igual, los artistas acaban por ceder a las exigencias de la institución, es decir, se ven siempre superados por la lógica institucional, desarrollando sus obras de cara a los espacios oficiales donde el arte tiene lugar. Cediendo, intentando llegar a un acuerdo. No en vano, estos últimos años  (por ejemplo 2010), hemos asistido a dos proyectos puestos en marcha desde instituciones como el MNCARS y la Casa Encendida que tuvieron al arte sonoro como protagonista. Sea como fuere, el proyecto que se iba organizar en el MNCARS acabó por no llevarse a acabo; ahora bien, la exposición Arte Sonoro programada por La Casa Encendida ha sido una de las estrellas de la programación de ese, recogiendo una serie de artistas y de teóricos nuevos para el público general, y sin embargo con una amplia trayectoria a sus espaldas.

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Martin Riches: The Talking Machine [La máquina habladora] Arte Sonoro en La Casa Encendida, 2010

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Instalación de Minoru Sato. Arte Sonoro en La Casa Encendida, 2010

Al margen del campo artístico, el hecho de que la filosofía del siglo XX se centrase en la imagen, es decir, en la fotografía, en el cine y en el lenguaje escrito, ha dejado demostrado que al igual que la imagen, el sonido es también una construcción cultural, un producto artístico tan válido como la mirada a la hora de ejercer poder sobre los cuerpos. En cualquier caso, estos estudios han afectado a la estética por ejemplo en el sistema de clasificación de ruido/música, pero sobre todo han hecho del primero un concepto mucho más amplio. El ruido no es sólo un tipo de música (noise), sino un concepto mucho más amplio, fundamental para el arte sonoro, que afecta a su vez a cuestiones como lo público y lo privado (mi música alta, el ruido de los vecinos), lo propio y lo ajeno; y en cualquier caso, una serie de binomios que hacen del ruido lo malo y del silencio lo bueno. Un ejemplo interesante es el de Bijsterveld en el que el ruido se establece como una señal de subdesarrollo frente a las ciudades silenciosas. Si nos referimos a trabajos de teóricos como Bull, o Sterne, de los que podemos encontrar información en la bibliografía, encontramos ejemplos de nuevos modos de alienación por medio de las tecnologías de reproducción de sonido.

A la hora de contextualizar este tipo de estudios que trabajan con lo sonoro, existen distintas influencias para el surgimiento de los llamados estudios aurales en los años 60. Cuando a mediados del siglo pasado la Musicología comparada pasó a convertirse en Etnomusicología, se producía un cambio de paradigma que iba más allá de lo etimológico,y de hecho mucho más allá de una variación en el campo de estudio. La música de las culturas no occidentales era comparadas como un otro de la recta tradición musicológica occidental, basada en férreas construcciones lingüísticas y matemáticas. No es de extrañar que por esos mismos años John Cage esté ya relativizando los valores mismos del sonido y la escucha y, con esto, del arte y la cultura. Y esto tampoco es anecdótico. A la vez que la música se deshacía en occidente, se comienza a dirigir las herramientas de la etnografía y la antropología al estudio del sonido en la metrópolis. La musicología basada en el estudio del lenguaje musical, en la codificación tonal o dodecafónica, se hacía inasible. Las puertas que abrió Cage pronto se vieron atravesadas por el Zen, la repetición y la Raga india, y alrededor de los años 60 encontramos en Estados Unidos y Europa trabajos en cine, escultura, pintura y otras artes que oscilan en torno a la repetición y la memoria.

John Cage

En 1977 Murray Schafer publica The Tunning of the world. En este libro propone el estudio de la comunidades, de las ciudades, por los sonidos que las caracterizan. Según Juan Gil el objetivo del Sounscape World Project era “establecer el diseño acústico como
procedimiento que permitiese afinar el mundo interpretando el paisaje sonoro como una necesidad apremiante más que como una consecuencia residual del progreso humano a la que nuestros oídos tuvieran que resignarse.”

Desde el urbanismo y la arquitectura, en Francia, Cresson será otro punto de referencia a nivel europeo de este campo de estudio. A estos dos centros se les sumarán Reino Unido, Estados Unidos y Alemania, este último desde donde mayor esfuerzo se ha hecho por llevar estas cuestiones al ámbito público integrando esta serie de debates en los festivales de arte sonoro.

Por otra parte, en el Estado Español se han desarrollado diferentes propuestas en torno a la influencia del WSP como Sonoscop, Escoitar o Soinumapa como propuestas grupales centradas en la difusión de los sonoro a partir de festivales, cartografía y traducciones. Estos grupos presentan los resultados de sus investigaciones fuera del mundo académico, aunque algunos de sus integrantes pertenezcan a él.

En 1986 se fundaba el Instituto de Acústica en Estudio de Patrimonio Sonoro de España dentro del Laboratorio de Psicoacústica y siguiendo los patrones canadienses sobre Paisaje Sonoro. En los años 90 este grupo entra en contacto con el grupo Cresson antes citado. En el ámbito universitario encontramos a Alfredo Aracil, que ha desarrollado estudios históricos del paisaje sonoro desde la musicología, Cristina Palmese, Javier Ariza en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Castilla La Mancha y José Luis Carles, organizador del Encuentro Iberoamericano de Paisajes Sonoros.

Del mismo modo que las aportaciones artísticas irán lapidando poco a poco las oposiciones entre ruido y música, estos estudios de las ciudades y de la tecnología que las habita ira demostrando que en llamado ruido es una parte imprescindible del diseño urbano y por tanto que las definiciones éticas y estéticas que se les había asignado pueden ser inadecuadas.

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Itinerario de escucha. CRISTINA PALMESE, JOSÉ LUIS CARLES, RICARDO ATIENZA. Ciudad de la Cultura Santiago de Compostela, 2011.

En casi todos los casos encontramos una referencia a lo moderno en paralelo a la proliferación de las ciudades, a la evolución de la tecnología y a la configuración de ciertos paradigmas estéticos a partir de ello. Uno de estos, como comentábamos es el silencio, los diseños acústicos que invitan a la tranquilidad, la concentración, la producción o el consumo. También, muchas veces a la diversión controlada.

A partir de todos estos casos de estudio han surgido festivales de creación centrados en las relaciones entre espacio y sonido. Aural City, Tuned City, Sonambiente. Por otra parte y más cercano teóricamente a las aportaciones históricas de WSP, estarían los proyectos que se dan en todo el mundo sobre cartografías sonoras. En cualquier caso, esta tendencia de investigación es la más relacionada con lo que se entiende generalmente por arte sonoro, que suele tratar las características escultóricas y visuales del sonido.

Con todo, los estudios aurales, sus temas y sus metodologías, han acabado por converger con la práctica artística que estudia el sonido. No es que los trabajos sobre los aspectos escultóricos y visuales del sonido hayan desaparecido. Simplemente se han convertido en marginales con respecto a los trabajos que investigan sobre la relación entre sonido y espacio público, entre sonido y poder o entre sonido, memoria y territorio.

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