Continuando con los elementos que forman parte del mercado del arte, hay que nombrar de forma obligada la crítica de arte.
En la Antigüedad ya existía un cierto concepto de “crítica de arte”, como lo demuestra Plinio el Viejo con sus comentarios a la escultura griega en referencia a la muerte del escultor Lisipo. Cuando la pintura pierde su finalidad didáctica y representativa y comienza a ser un objeto de cambio comercial – con el florecimiento de la burguesía, los encargos burgueses sustituyendo a los encargos eclesiásticos y nobiliarios-, los criterios de juicio pasan a ser menos precisos y aparece una nueva figura: el crítico de arte, el experto que emite el juicio de valor de las obras de arte, al que se dirige el potencial comprador para evitar cometer errores. La relación entre crítica de arte y mercado es un elemento que funda el actual sistema económico de esta industria, sustentada en los tres vértices artista-comerciante-crítico. Aunque hoy en día conviven diversas profesiones relacionadas –como son los curadores, comisarios y asesores ya en el siglo XVI, Vasari se ocupó de adoptar una terminología adaptada a la formulación de juicios de gusto que no se limitase a reflejar la adecuación de la obra al sujeto que el artista quería representar, sino que diese además razón de su valor cultural. Seguir leyendo